Víctor de Jesús Andrae relató su historia y parte de las anécdotas que vivió con la extinta profesión, con la que llevó mensajes a su pueblo
Por Alex Vallenilla
Cuando comenzó su oficio como telegrafista, en 1965, Víctor de Jesús Andrade, hoy con 72 años (2008), fue el primero en enterarse que Onoto, con apenas dos calles de tierra, sería asfaltado. El último telegrafista de la población del municipio Carvajal de Anzoátegui, es así, un patrimonio cultural de su pueblo.
No pudo comenzar su relato en calma, enseguida lágrimas muy gruesas, causadas por la emoción de ser un portador de historia, se conjugaron con un viaje al pasado, en que los recuerdos de un telegrafista, plagados de anécdotas, durante unos 30 años, hasta 1985, son el patrimonio inmaterial de la vida de un pueblo.
Víctor de Jesús, nacido en La Gregoriera de El Chaparro en Mc Gregor, hijo de agricultores, aprendió el oficio a los 17 años, en Aragua de Barcelona, asegura que la mejor noticia que recibió, fue la de haber sido nombrado como telegrafista titular en Onoto, luego de haber pasado un par de años como asistente, aprendiendo la clave Morse, el nombramiento lo recibió él mismo, por el telégrafo.
Víctor de Jesús Andrade, conserva su telégrafo aún.
-¿Cuál de los mensajes que recibiste causó gran impacto en Onoto, en aquella época?
-Cuando informaron que Onoto tendría electricidad, también avisaron que serían asfaltadas las calles, que eran dos, muchas noticias llegaron por la oficina de Telégrafos de Barcelona y luego pasaban al Telégrafo de Cajigal, la compañía para la que trabajé se llamó Telégrafos Federales, del gobierno de aquel entonces, luego se llamó Ipostel.
-¿Era difícil aprender la clave Morse?
-Era lo que se usaba en la época, no fue fácil, pasé dos años aprendiendo, de hecho en Onoto yo era el único que la sabía, pude enseñar a uno de mis hijos.
-¿Tuviste muchas novedades como telegrafista?
-En una ocasión hubo un mitin político, yo estaba haciendo mi labor como de rutina, pero el radio transistor produjo interferencia al sonido del mitin, y me acusaron de saboteador, fue en las elecciones 1983, en un mitin copeyano, me asusté porque me señalaron y siempre manejando el telégrafo debía sobresalir la ética, no se debía usar para distorsionar los valores esenciales, de ser uno de los portadores de los mensajes del pueblo, mensajes oficiales y de familias. Yo siempre fui el primero en enterarme de todo.
-¿Cómo era el trabajo?
-Cuando llegaban los mensajes, yo debía descifrar el Morse, y luego con una máquina de escribir, los pasaba a papel. Había mensajes para maestros, familias, el presidente del consejo, el comandante de policía, para todos. Una vez un hombre envió un mensaje que decía: “Mi papá peló bolas”, anunciando la muerte de alguien, para mi fue difícil, porque ningún mensaje, debía cambiarse o interpretarse su contenido, pero yo no tenía la cara de llevar una carta así, a los familiares receptores, para anunciarles que había muerto un familiar de ellos, pero al final tuve que hacerlo.
-¿Cómo fue el desempeño profesional?
-Muchos años dedicados, una grandísima responsabilidad, porque era una función pública muy interesante, pero hoy estoy muy decepcionado, después de tantos años de servicio, no gozo de seguro social, porque nunca aparecí cotizando, no sé que sucedió.
-Ahora hay teléfonos celulares e Internet, ¿Qué te parece el avance tecnológico?
-Los he visto, pero yo pasé tanto tiempo con mi telégrafo que incluso hoy lo conservo. Cuando implementaron los telegramas me pareció que, se perdía la ética, porque más de una persona se enteraba del mensaje, lo que se prestaba a chismes. Esos avances son buenos, por lo rápido que ahora se comunica la gente, pero saber la clave Morse también tiene sus ventajas, para eso no necesitas baterías ni conexiones complejas.
-¿Qué quisieras ahora, que ya no estás como telegrafista?
-Si me pudieran ayudar, me gustaría completar el aparato de Morse que tengo, para enseñar la clave a los jóvenes, hoy día esa clave debería saberla la gente, puede salvar la vida de alguien, en Onoto sólo mi hijo la sabe, y pasamos ratos golpeando cucharillas y objetos para comunicarnos, porque tengo una afección en las cuerdas vocales que no me permite hablar por mucho rato.
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